Moisés Morán Vega
Lo primero que tenemos que hacer es tener ganas de cocinar, es decir, de escribir. Cocinar una novela es un proceso divertido, pero también muy duro que necesita dedicación diaria y mucha disciplina.
Ingredientes:
• Disciplina. Quizás sea el ingrediente esencial, porque lo puedes tener todo para cocinar una novela, pero si no eres disciplinado, jamás podrás terminar el guiso.
• La historia. El ingrediente fundamental es tener algo que contar, es decir, tener una buena historia. Es la columna vertebral de mis recetas, alrededor de la que se construye todo. Si no tengo historia no cocino.
• Personajes. Los personajes son muy importantes porque le van a dar a tu receta ese aroma de realidad que tanto gusta a los lectores. Es
como la sal; si no tiene la suficiente, parece que le falta algo al guiso. Hay que dedicarles el tiempo necesario para construirlos y darle el valor que se merecen.
• Trama sólida. La trama tiene que tener los pies sobre la tierra. Yo soy un amante de la regla básica: Planteamiento,
nudo y desenlace. El orden no es tan importante, pero sí que estén presentes en tu receta. Los lectores no perdonan perderse dentro de la trama que le estás contando, necesitan que el camino esté bien definido.
Si les falta alguna de esas partes, lo van a echar en falta y no te lo perdonaran.
• Verosimilitud. Este es un ingrediente básico porque la novela tiene que ser creíble, aunque esté ambientada en el
año 3016. Esto es, que haya anclajes que den veracidad a la historia que estás contando y que el lector no tenga dudas sobre tu novela.
• Diálogos. Yo no entiendo una receta literaria sin diálogos, porque estos le dan un punto de viveza que de otra forma no se podría
alcanzar. Pero los diálogos, al igual que la trama, tienen que tener sentido y lógica interna. A mi me gusta darle mucho protagonismo a
los diálogos y que los personajes se expliquen a través de ellos, dejando al narrador lo estrictamente necesario.
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