Para alejarla de la corte y de sus amoríos con el rey Fernando, Isabel la Católica amañó su boda con Hernán Peraza, señor de Gomera y Fierro. De paso, la corona de Castilla sellaba una alianza con los Peraza y los Herrera, intitulados Reyes de las islas de Canaria, para terminar la conquista de las tres —Gran Canaria, La Palma y Tenerife— que aún permanecían ‘salvajes e insumisas’.
Aquel destierro sumergió a Beatriz de Bobadilla, conocida como La cazadora, en un mundo por hacer, violento y cambiante, lejos de la corte y de la refinada violencia de las intrigas amorosas. Allí fue testigo de la rebelión de los gomeros, del asesinato de su marido a manos de los rebeldes y la posterior represión a sangre, fuego y esclavitud. También fue presa de los celos, testigo de conjuras, cómplice y ejecutora de crueles asesinatos. Y cómplice también del enigmático aventurero que abrió una nueva ruta a oriente navegando, desde su isla de La Gomera, hacia poniente.
Una historia de supervivencia al borde mismo del fin del mundo. Y en la puerta del nuevo.
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