LLUVIA
El cielo se ha despeinado,
su melena de cristal
se destrenza en el sembrado.
RECUERDO DE UN OLVIDO
Se agrandaban las puertas. Yo gigante,
con el recuerdo de mi olvido dentro,
atravesaba las estancias,
golpeando las paredes sordas.
¡Qué collar interior en mi garganta
de palabras en germen, de lamentos
que no podían salir, que se estorbaban
en su gran muchedumbre!
¡Cuánto tiempo de olvido incomprensible!
Siempre ella en su ventana.
Su ventana entre dos nubes
-una y ella- siempre.
Y yo distante, agigantado, loco,
con el recuerdo de mi olvido dentro,
pensándome en el alma su naufragio,
agarrándose, hundiéndome,
en un espeso mar de cielos grises.
LA NUBE
Como el alma de un río,
como el sueño de un árbol,
la nube por el cielo
desdeñosa, avanzando,
desprecia las miradas
amorosas del campo.
Perderá su hermosura,
deshaciéndose en llanto,
cuando su amor conceda
a la sed de unos labios.
No te entregues, blanquísima
virgen de los espacios,
que tu amante es el polvo
y tu amor será barro.
SOLO SÉ QUE ESTOY EN MÍ
Solo sé que estoy en mí
y nunca sabré quién soy,
tampoco sé a dónde voy
ni hasta cuándo estaré aquí.
Vestido con vida o muerte
o desnudo sin morir,
en los muros de este fuerte
castillo de mi vivir,
o libre por los confines
sepulcrales de los cielos,
desgarrando grises velos,
ignorante de mis fines,
no sé qué cárcel espera
ni la libertad que ansío,
ni a qué sueño dará el río
de mi vida cuando muera.