GLOSA
“Este continuo esperar,
este continuo morir,
este continuo soñar,
decidme si no es vivir”.
I
El tiempo corre y cansado
ciervo de tanta carrera
en la quietud de mi espera
siento que se me ha parado.
Pues si por verlo posado
quiero hacerlo despertar
y al gozo del nuevo andar
vivo lo que ha de venir
decidme si no es vivir
“este continuo esperar”.
II
Así viviendo primero
el tiempo que aún no ha llegado
en este vivir soñado
me voy muriendo ligero.
Pero ¡es tan firme el sendero!
y entra tan honda al surgir
la vida que ha de venir
que olvidando la perdida
decidme si no da vida
“este continuo morir”.
III
Estos sueños que soñamos
y que sin vida vivimos
pues al llegar los perdimos
al esperar los gozamos.
Las nieblas en que pasamos
aire se hacen al llegar.
Pues si son en su esperar
vida que llega a morir
decidme si no es vivir
“este continuo soñar”.
IV
Mañana, cuando cansado
el ciervo de su carrera
se pare, ya sin espera,
viviendo de lo pasado,
el sueño que se ha soñado
no volverá a resurgir.
La vida será el morir.
Pues si el morir es llegar,
soñar, morir y esperar
“decidme si no es vivir”.
UNA DÉCIMA AL CRESPÚCULO
Casi temblando de frío
por su vena transparente
llorando está en la corriente
el alma fina del río.
Roto en el verde desvío
de su curva deja un rayo
el Sol, y en claro desmayo
el pico de un ruiseñor
está temblando de amor
sobre la gracia de un tallo.
AL FARO DE MASPALOMAS
Siempre hiriendo de luz el mar helado
la angustia de este faro de la orilla
sabe de la sed verde que acuchilla
las algas de su fondo abandonado.
Limosna de palmeras y caminos
para un resucitar de caracolas,
el faro generoso, por las olas
siembra su luz de pájaros y trinos.
¡Toma mi sangre y viértela caliente
sobre ese mar helado a que te asomas
que sabe de tu angustia el pecho mío!
Con tu luz y mi amor, seguramente
cuando salga la luna en Maspalomas
verá que el mar no tiembla ya de frío.