Félix Albo“En ‘El pueblo de los Mellados’ juego con el humor surrealista y con los tópicos que todos asumimos socialmente”.

El viernes, día 23 de octubre, en el Auditorio de Teror y, el sábado, 24, en la Sala Insular de Teatro (ambas funciones a las 20.30 horas) se presenta el último montaje teatral unipersonal del narrador Félix Albo, ‘El pueblo de los Mellados’, la más disparatada historia que jamás le hayan podido contar alrededor de varios asesinatos cometidos en un pequeño pueblo de poco más de 200 vecinos. En esta entrevista, Albo habla de esta obra y de su pasión por la palabra.

¿Puede avanzarnos las claves de su último espectáculo, ‘El pueblo de los Mellados’?

Se trata de uno de los montajes más divertidos que tengo en mi repertorio. Es una historia de misterio e intriga en la que van apareciendo sucesivamente personas asesinadas a las que les falta un diente. Es disparatado y se mueve en un ambiente rural que todo el mundo reconoce, en el que se habla de un santo, un médico, un guardia civil, un cura… Juego con el humor casi surrealista y con los tópicos que todos asumimos como sociedad.

¿Cómo se las compone para mantener la atención del respetable con el único argumento de la palabra?

Mi intención siempre es seducir al público para que, a través de las palabras, vaya dibujando las imágenes que voy proponiendo con la narración. Detallo las partes importantes de la historia y estructuro la oratoria de modo que al público le resulte atractiva y seductora la historia que narro. El público me mira a mí, pero en realidad ve la historia que yo cuento sobre el escenario.

¿De dónde parte Félix Albo para construir sus montajes?

Cartel del montaje El pueblo de los melladosDe una realidad fabulada. Me gusta ubicar los espacios en los que se desarrollan mis historias. Eso me ayuda a describirlos y a jugar con imágenes frescas. Me propuse que ‘El pueblo de los Mellados’ no hubiera ningún protagonista. El protagonismo se lo lleva la acción que ejerce todo un grupo, que es el pueblo, que reacciona ante los crímenes y acompaña a toda la investigación paralela. El protagonismo se diluye por la colectividad y esto permite al público enganchar de una manera más rápida y directa con la historia, porque todos terminamos sintiéndonos parte de ese pueblo.

¿Se ayuda de algún tipo de elemento escénico en su montaje?

En realidad de una sencilla estructura de cartón en la que se aprecia el pueblo en donde se desarrolla la acción.

¿Con qué parte del espectáculo se siente más satisfecho?

Las caras que muestra el público con el final sorprendente de ‘El pueblo de los Mellados’ no tienen precio, cuando se dan cuenta del giro que experimenta toda la historia. Es un espectáculo en el que el público se ríe mucho, y desde el escenario, recibir esas carcajadas para un actor no tiene precio por lo gratificante que resulta.

¿Cómo ha venido funcionando el espectáculo entre el público?

Muy bien. Se pre estrenó en Tenerife en el marco del Festival Mueca de 2014. La Red Nacional de Teatros, Auditorios, Circuitos y Festivales de titularidad pública lo ha recomendado en sus cuadernos y fue seleccionado para la Feria de Castilla y León de Ciudad Rodrigo, con muy buena aceptación por parte del público. Ahora empezará la gira por la Península.

¿Qué temas han sido una constante recurrente a lo largo de su trayectoria?

La muerte aparece de distintas maneras en un momento u otro en mis relatos. También el afecto, el amor o el cariño como modo de comunicación social y grados del mismo sentimiento. La infancia sería otro recurso, al igual que la vejez, dos etapas de la existencia a las que nos interesaría prestarles más atención de lo que habitualmente hacemos. Por último, las actitudes grupales, porque a veces uno solo actuaría de otra manera a como lo hace bajo presión en el seno de la comunidad.

Usted ha repetido en varias ocasiones que se considera como un guía de montaña cuando se sube a un escenario.

Un buen guía de montaña no sólo conoce el camino por el que transita el grupo, conoce toda la montaña. Soy el responsable del grupo y conozco la montaña. Si al grupo le gusta mucho los frutos silvestres y me solicita una senda en la que crezcan, no me importará dar un pequeño rodeo para que esté contento. Si se fatiga tendremos que reposar en donde no estaba prevista la parada. Cuando lleguemos a la cima de la montaña disfrutaremos todos de la maravillosa vista que se contempla desde la misma.

¿Qué tiene más importancia la historia o el narrador que la cuenta?

Un buen narrador ante una mala historia sólo podrá hacer pasar un buen rato al espectador, pero una buena historia por sí misma ya tiene un setenta por ciento ganado del éxito que se le presupone ante la audiencia.

¿Se está perdiendo o extinguiendo la tradición oral en la época global de la comunicación?

Se suele vender que vivimos en la era de más recursos comunicativos de la historia de la humanidad, pero es el periodo en el que más aislados vivimos lamentablemente en los núcleos cerrados como puede ser la familia, entre padres e hijos. El humano es tribal y la comunicación es una necesidad. Contar y escuchar historias hace grupo, comunidad, sociedad, mundo. Cuando un padre o una madre habla con su hijo le está regalando tiempo; cuando le narra un cuento está parando el mundo, diciéndole: siéntate delante de mí que te voy a dedicar mi tiempo exclusivamente para contarte una historia. Intercambia no sólo un cuento, sino su voz, y la persona que escucha está entregándole sus emociones, su incertidumbre, alegrías y sorpresas.

Muchos advierten que la cultura audiovisual está determinando con el imaginario adolescente.

Las referencias audiovisuales estimulan muy poco la imaginación porque te lo ofrece todo empaquetado en la pantalla, desde voces a paisajes. He realizado la prueba con un grupo de escolares invitándolos a que pintaran un dragón tras contarles una historia, y en su gran mayoría dibujaron un personaje que poco tenía que ver con mi relato y que tenía que ver más con alguna serie de televisión. La infancia está muy mediatizada por la imagen y ello es más perjudicial para el desarrollo individual y social que otros roles morales y culturales por los que mostramos más inquietud.

El actor y narrador Felix Albo

Usted presta una importancia capital a la época de la primera juventud en su propuesta literaria ¿Cuál es la etapa de su existencia que más valora?

Todas las fases de la existencia en un individuo deben ser decisivas si las vives intensamente. La vida es un baile. Y aquí hemos venido a bailar. Cuando eres niño no tienes la misma capacidad de entender la música y de vibrar con ella que un adulto, pero si por ello no vas a bailar y te sientas, ello va a ocasionar que cuando llegues a la adolescencia, si no has bailado de niño aunque sea torpemente, empieces torpemente a hacerlo. Siempre he tratado de exprimir al máximo cada una de las fases vitales. Por ello he escrito siempre historias sobre todas las etapas de la existencia.

¿Has escrito el cuento de tu vida?

Me considero un aprendiz y tengo que seguir creciendo. Aún me aguarda un camino muy largo por recorrer y espero que me dejen recorrerlo. Nunca llegará el cuento en que digas que después de él ya no tengas nada más que hacer porque lo has bordado.

¿Cuál es el cuento que más te impresionó en tu adolescencia?

El hombre que plantaba árboles. Está contenido en un libro de Jean Giono y habla del proceso vital de un ser que plantaba árboles en una zona retirada de la Borgoña francesa sin interesarse por la propiedad de los terrenos en los que empleaba su tiempo. A lo largo de su vida generó toda una zona boscosa y siempre me pareció una historia de generosidad desmedida. Todo el mundo debería haber leído una historia que lo haya marcado en su vida.

¿Qué autor ha sido un escritor de cabecera para Félix Albo?

El uruguayo Eduardo Galeano, que tiene una literatura muy oral, un universo mágico y un humor que a veces te deja helado.

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