Casa-Museo Pérez Galdós
Gonzalo Celorio (Ciudad de México, 1948), académico, profesor, exdirector del Fondo de Cultura Económica (FCE) entre 2000 y 2002, escritor de novelas —‘Amor propio’, ‘Y retiemble en sus centros la tierra’, ‘Tres lindas cubanas’— y ensayos —‘México, ciudad de papel, entre otras’—, obras todas publicadas por Tusquets y, sobre todo, lector, estará presente en la Casa Museo Pérez Galdós el próximo día 12 de enero, a las 20.00 horas, en un acto organizado por la Cátedra Vargas Llosa en colaboración con el mencionado centro galdosiano. Al escritor mexicano, de 67 años, lo acompañarán en este encuentro abierto al público, los autores canarios Santiago Gil, Jose Luis Correa y Emilio González Déniz.
Celorio, que confiesa que ‘Rayuela’, de Julio Cortázar, le cambió la vida, señala que ser escritor es “no entender la vida si no pasa por el tamiz de la palabra”. A los trece años, después de leer ‘Sandokan’, de Salgari, decidió ser escritor. El académico y ensayista, describe en ‘El metal y la escoria’, su última novela, las cicatrices que dibuja en una familia, en este caso la suya, pero puede ser cualquiera, una herencia dilapidada y una enfermedad como el alzhéimer. El que fuera profesor de Literatura en la UNAM y El Colegio de México, estima que “el alzheimer no se ha estudiado lo suficiente y no se sabe si puede ser hereditario. Ante la posibilidad de tener esa enfermedad, escribo como si realmente estuviera invadido por ese mal. Más que un vaticinio es un exorcismo. Al publicar ese miedo, deja de pertenecerle al autor y se deposita en el pecho del lector.
Cree en la novela como género imperfecto y como género sucio. “Es un género que es muchos géneros; una manera de indagar en la sociedad en la cultura y en la vida y, en mi caso, se trata de un exorcismo. La novela nunca resuelve el conflicto que generó su escritura. Pero lo exorciza”, dice.
‘El metal y la escoria’ comienza con el periplo de Emeterio Celorio, su abuelo, un patriarca de origen asturiano que llega a México y de ahí parte la historia de una familia de inmigrantes, de españoles, de mexicanos, de cubanos, de iberoamericanos, envuelta en un contexto histórico y convulso, puertas dentro y puertas fuera. Desde su llegada a México en 1874, el abuelo de Celorio trabajó duramente para pasar de ayudante de tendero a fundar su propio emporio de fabricación, importación, distribución y venta de licores. Cumplió sobradamente con la expresión “hacer las Américas” y amasó una considerable fortuna, pero sus numerosos hijos (los tíos del autor) despilfarraron su herencia. Solo Miguel, diplomático destacado en Cuba e inventor amateur, se mantuvo al margen de la ludopatía, el alcoholismo y la vida errática de sus hermanos y, como Emeterio, tuvo una familia numerosa, en la que nació Gonzalo. Las tres generaciones se entreveran en ‘El metal y la escoria’ y, con ellas, la historia contemporánea de México.
Celorio explica que esta novela es una obsesión que tenía presente desde hace mucho tiempo. “El primer capítulo lo tengo en archivos fechados en 1973. Hace más de 40 años. Eso no significa que haya tardado 40 años en escribir esta novela. Sería un escritor fracasado. No tenía entonces los recursos literarios para emprender esta tarea. Cuando uno es muy joven tiene una gran ambición y entonces yo quería hacer una novela verdaderamente totalizadora y gigantesca, y escribí una especie de protonovela. Eran mis primeras pesquisas y me di cuenta de que el proyecto era demasiado ambicioso. Lo que me gusta es que ahora la novela no tiene esa ambición. La madurez consiste en aplacar esas ambiciones tan gigantescas que uno tiene cuando es joven”, añade.
No es la primera vez que el mexicano recurre a la novela como la búsqueda inagotable de esas respuestas internas que aturden. Su madre, de origen cubano, le heredó una relación con Cuba que, sabía de antemano, no se solucionaba con una “plática de sobremesa”. El exorcismo, en esa ocasión, fue ‘Tres lindas cubanas’. “Antes cuando me preguntaban por Cuba, yo tenía un conflicto terrible. Ahora, mi respuesta es una referencia bibliográfica”.
El doctor Celorio es miembro de número de la Academia Mexicana de la Lengua, y miembro correspondiente de la Real Academia Española y de la Academia Cubana de la Lengua. Es miembro del Sistema Nacional de Creadores de Arte desde 1994, y del Consejo Consultivo de la Cátedra Alfonso Reyes del Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey. Ha publicado una decena de libros, entre los que se cuentan ensayos sobre literatura y arquitectura, además de novelas. Su obra ha sido traducida al inglés, al francés, al italiano y al portugués. En 2015 recibió el Premio Mazatlán de Literatura.