Juan Vicente Piqueras obtuvo con el poemario Atenas, el XXV Premio de poesía Fundación Loewe, en su edición del año 2013.
Si por algo se desmarcan los poemas de este libro de otros es por su intención de mostrar lo sencillo, de hablar de las cosas simples, de recorrer la belleza tal y como es. Pasea los ojos el poeta por encima de su objeto, y deja que éste se describa con su propia belleza. A este proceso contribuye de manera decisiva el entorno del que se vale, la incomparada ciudad de Atenas.
Aparecen en el libro temas clásicos y personajes mitológicos: Cadmo, el mito del minotauro cretense, los trescientos espartanos contra los persas,… y también aparecen los lugares donde tiene lugar ese mito: el Oráculo de Delfos, la ciudad de Tebas, la laguna Estigia. El libro es un trayecto personal a través de estas narraciones, a veces aportando un punto de vista distinto a un mito de sobra conocido, otras veces adaptándolo a una experiencia propia.
Su viaje, que empieza en los clásicos, llega a nuestro tiempo presente, y así encontramos también una visión de la Atenas actual, a punto de caer en la crisis económica con un areópago que recuerda otros tiempos, tiempos donde se fraguaba la civilización occidental, donde la imagen de la ciudad representaba la mejor versión de sus habitantes. Durante todo el libro, la ciudad no deja de ser un personaje más.
Juan Vicente nació en Requena, Valencia, en 1960. Trabaja en el Instituto Cervantes de Argel, aunque también ha ejercido de traductor de poesía italiana (Poesía completa, Tonino Guerra), del poeta bosnio Izet Sarajlic (Una calle para mi nombre, 2003) y de la poeta rumana Ana Blandiana (Cosecha de ángeles, 2006). Algunos de sus libros anteriores son La Palabra cuando (1992, premio de poesía José Hierro), La edad del agua (2004), Adverbios de lugar (2004, accésit del premio Ciudad de melilla), Aldea (2006, premio de la Crítica valenciana y premio del Festival internacional de Medellín) y Palmeras (2007).
Es notorio que no ha residido en España en los últimos veinticinco años. Se marchó a Roma en 1988, y veinte años después se trasladó a Atenas. Allí estuvo de 2007 a 2012. El libro que ha escrito rinde homenaje a la ciudad que le acogió esos años, y que inevitablemente desaparece cuando el habitante se marcha: “Atenas ya no existe. En su lugar / hay otra ciudad que lleva el mismo nombre / pero ya no es la misma”.
Alfonso García