Clive Cussler nació en 1931 en Illinois, sirvió en la Fuerza Aérea durante la guerra de Corea y trabajó en una agencia de publicidad antes de comenzar a escribir sus novelas de aventuras, de las que ya ha firmado cerca de sesenta. Fundó la National Underwater and Marine Agency, y como tal ha participado en la localización de decenas de barcos naufragados, incluyendo los célebres Carpathia y Mary Celeste.
Sus novelas han sido siempre consideradas como novelas de aventuras y acción, especializadas en el llamado thriller marítimo. “Los archivos Oregón”, del que El barco fantasma es la novela entrega, son un conjunto de novelas sobre la nave Oregón, un barco aparentemente decrépito utilizado por La Corporación para luchar contra el terrorismo y cumplir los encargos que recibe de las agencias de seguridad y servicios secretos de países de todo el mundo en su lucha contra el mal.
Juan Cabrillo, presidente de La Corporación, intenta liberar a Yuri Borodin de una prisión militar de alta seguridad perdida en Siberia. Pero el rescate sale mal, y antes de morir, su amigo le nombra al famoso inventor Tesla. Frente a La Corporación aparece Pyotr Kenin, un almirante de la flota rusa y un hombre muy peligroso. Empezando con un naufragio inexplicable en un mar seco, hasta la última de las guerras que ha tenido lugar, las fuerzas de uno y otro lado se enfrentarán a lo largo de todo el planeta.
El libro tiene un ritmo rapidísimo, en ningún momento dejan de suceder cosas, y así desde el capítulo primero. Pareces estar viendo una película. Su lectura se hace fácil y el lector no tarda apenas unas páginas en envolverse de la atmósfera de acción.
Además, se nota que ha tenido un gran trabajo de descripción detrás del libro, porque todos los escenarios donde sucede la novela están dibujados hasta el detalle. Es un placer leer una novela de acción en la que no dejas de conocer lugares nuevos, y en la que cada par de páginas aprendes una cosa nueva, en planos de conocimiento completamente dispersos.
Personalmente, llegué a este libro de manera casual, y no he podido soltarlo hasta saber cómo se resolvía al final. Tengo además la suerte de que es el primero que leo de la serie “Los archivos Oregón”, y, habiéndome gustado tanto, sé que tengo ocho libros más que buscar.
Alfonso García.