Cuando busco un libro para leer, casi siempre es el libro el que me encuentra a mí.
Si resuena algo de él en mi alma a través del título, de frases previamente leídas, de comentarios del autor o por otras referencias, hago lo posible por llevármelo a casa.
Este libro no me ha dejado indiferente y no puede dejar indiferente a cualquier persona que lo lea.
Es una novela histórica con una carga dramática considerable, pero merece la pena acercarnos a su lectura porque ella nos invita a realizar una profunda reflexión sobre la vida, el ser humano y a descubrir el poder inmenso que tienen los libros y la palabra.
La historia está basada en hechos reales ocurridos en los campos de concentración nazis. En el año 1944, en Auschwitz-Birkenau los alemanes construyeron un campo familiar que sirvió como tapadera ante los observadores internacionales de la Cruz Roja para dar a entender al mundo que todo estaba “bajo la normalidad”. En este campo familiar, uno de los prisioneros crea una escuela clandestina en un intento de ofrecer a los cientos de niños/as y jóvenes que allí se encontraban un acercamiento a la cultura en un lugar donde reinaba el miedo, la destrucción y la muerte. Una de estas jóvenes judías, de 14 años, Edita Adlerova (nombre real Dita Polachova), se convirtió en la bibliotecaria del lugar. Era la encargada de custodiar, proteger y repartir ocho libros que tenía que esconder con mucha prudencia para evitar ser descubierta por los oficiales del campo, ya que los libros estaban totalmente prohibidos.
También había libros vivientes. Eran los profesores encargados de transmitir sus enseñanzas e historias con la única herramienta que disponían: la palabra.
Los libros aquí eran las luces que aportaban vida a un lugar lleno de total oscuridad.
La dualidad vida-muerte queda reflejada en la obra a través de dos planos descriptivos. Por un lado, se narran las vivencias de los prisioneros en los campos de concentración, la lucha por sobrevivir, la descripción del exterminio. Por otro lado, el autor abre la puerta a la vida y a la esperanza a través de la bibliotecaria y de su relación con los libros.
Es una novela extraordinaria para recordar el valor inmenso que tienen actualmente las bibliotecas y para no olvidar que los libros son ventanas abiertas que nos vinculan con otros seres humanos. Como decía Edita, la bibliotecaria “abrir un libro es como subirte a un tren que te lleva de vacaciones”.
Fátima Batista Pérez