John Banville nació en Irlanda en 1945. Su novela más conocida es El mar, con la que en el año 2005 consiguió el prestigioso premio Booker. En 2011 le otorgaron el considerado para algunos el premio previo al Nobel de Literatura, el premio Franz Kafka. Para escribir la serie de novelas policíacas del detective Quirke – que en España se pueden encontrar en la editorial Alfaguara – usa el seudónimo de Benjamin Black.
Los personajes principales de esta novela son varios. En ella, una familia se reúne en su finca campestre alrededor de la cama de Adam Godley, que se encuentra en los últimos momentos de su vida. Con él está su esposa Úrsula y sus hijos Adam y Petra, ya mayores, así como la mujer de uno de ellos. Parece que su historia es la de una familia cualquiera, sin embargo, un aire misterioso y mágico la vuelve distinta, confundiendo a los familiares y las personas que los visitan en dioses y héroes griegos.
La novela me gustó desde antes de comenzarla, pues ya el planteamiento me parece especialmente novedoso. No es una historia de lucha entre hombres y dioses (no es una novela de acción) sino la sencilla historia de una familia en un momento difícil que ocasionalmente a ojos del lector se convierte en una familia de deidades. Así, pasadas las primeras páginas, nos encontramos ante la tesitura de preguntarnos quién es el personaje que habla, si es un hombre o un dios hablando en él. Creo que de esta manera John Banville intenta que nos planteemos preguntas más personales. De una manera original, él intenta adivinar con su libro que podrían pensar unos dioses griegos humanizados, cómo actuarían si en pleno siglo veinte se encontraran en nuestro mundo. Y por supuesto la tácita cuestión de si es preferible nuestra mortalidad o la inmortalidad de aquellos héroes y dioses. ¿Imaginan una obra de teatro en la que cada personaje es representado por dos actores? Pues así ocurre en esta novela, que yo creo es una bonita fábula sobre el conocimiento antiguo y cómo nos podemos servir de él.
Alfonso García