José Orive: “La lejanía nos marca con dos tendencias opuestas: defendemos la diferencia a ultranza desde el ombliguismo y nos mimetizamos con todo lo que viene de fuera sin reflexión alguna”
El filósofo y periodista presenta ‘En la cúpula del aire’ (Farallón Colección de Poesía), un poemario recopilatorio de su trayectoria en el ámbito de la lírica durante los últimos 50 años
Andrés Arencibia
José Orive, filósofo y periodista, acaba de presentar ‘En la cúpula del aire’ (Farallón Colección de Poesía), un poemario recopilatorio de su trayectoria en el ámbito de la lírica durante los últimos 50 años. El autor, conocido periodista cultural de larga trayectoria profesional, señala que esta edición “viene a ser un compendio de parte de mi obra poética escrita desde finales de los 70 del siglo pasado, momento en que por diversas circunstancias dejé de hacerla pública para explorar otros caminos. Otra serie de circunstancias, a la que se añadió el período de reflexión ante la incertidumbre que supuso pandemia de la Covid en 2019, activó esta faceta creativa obligando a cerrar un período para iniciar otro en el que estoy trabajando actualmente”.
Para Orive publicar el material que integra ‘En la cúpula del aire’ era, pues, necesario para no bloquear un espacio emergente, aún en construcción. “Si no, corría el riesgo de continuar una obra sin fin, aunque fuera de forma pausada y cuasi clandestina, en continua autocorrección. Me ayudó sobremanera que, en todo este tiempo, a pesar de la lógica diversidad estilística y técnica, subyace en la obra poética una serie de conceptos que identifican mi pensamiento y mis inquietudes vitales”, añade.
El escritor estima que si hay un aspecto destacado en esta última obra es el existencial. El de vivir en un lugar y momento determinado, pensar de una forma concreta y reaccionar de manera específica a los estímulos del exterior, y poder contarlo. “La cita inicial del poeta y psicólogo chileno de mi misma generación, Eduardo Llanos Melussa, no es ajena a mi ideario de librarme de la poética del caracol, aquella de alimentarse de hojas ajenas en el microclima de un jardín bañado de luz señorial escribiendo con baba y arrastrándose...”.
Cuando se le pregunta por la manera en que ha influido la identidad canaria y su visión del mundo en su escritura, Orive desconoce “si en realidad existe una identidad canaria como tal, dado el crisol multicultural que nos define históricamente, incluso de una isla a otra, al ser parte de un territorio discontinuo que obvia el continente al que pertenecemos. He llegado a la conclusión de que, si algo puede definirnos, es el paisaje, con todos sus pros y contras, el ser islas abiertas al mundo. Eso, siento que sí me influye, en el carácter, en la cultura, en las relaciones con el entorno, sobre todo en una evidente presencia del mar y todo lo que ello significa en mi obra. Seremos más identitarios, en este sentido, en cuanto veamos el mar como algo que nos une al exterior, en vez de separarnos”.
Cree que la lejanía nos marca con dos tendencias opuestas: la de defender la diferencia a ultranza desde el ombliguismo y la de mimetizarse con todo lo que viene de fuera sin reflexión alguna. “Ninguna de las dos posiciones son positivas. Hay que encontrar en una y otra lo que nos pueda enriquecer en cada momento para lograr aportar algo característico”, dice.
José Orive ha ejercido también como gestor cultural durante un tiempo. Sus inquietudes han estado muy cerca de aquella incipiente producción escénica de Canarias surgida en los primeros años de la democracia. “Curiosamente, en esta era de la comunicación infinita e incesante, de un mundo tecnológico sin fronteras, el principal desafío de la cultura de las islas sigue siendo cómo conseguir trascender de manera fluida al exterior, especialmente en un ámbito altamente competitivo que nos sigue condenando a tener que salir del territorio para que se nos tenga en cuenta. Más aún si la competencia exterior, apoyada en poderosos medios de comunicación y distribución, devora la producción insular. Eso a nivel genérico. A nivel más básico, pero necesario, pienso en la necesidad de una alternativa a la carencia de circuitos de difusión de autores canarios, lo cual ayudaría en gran medida a evitar la dependencia institucional”.
Las oportunidades emergentes que puedan fortalecer y diversificar la expresión cultural en Canarias se topan, a su juicio, con los exiguos recursos humanos y económicos. “Sé que desde la gestión cultural se plantean algunos esfuerzos por buscar esas alternativas e idear nuevos caminos para fortalecer y diversificar la expresión cultural en Canarias, pero los exiguos recursos humanos y económicos se contraponen a la riqueza de espacios existentes y la oferta, y sobre todo, contra la incidencia de hábitos impuestos por una sociedad de consumo que domina también a los usuarios de cultura. Hay que seguir peleando con todos los recursos posibles para que la oferta y la demanda cultural se equilibre lo más posible, para que una obra pierda actualidad o deje de ser noticia a los pocos días y acabe arrinconada en las estanterías de una
librería o una biblioteca, sustituida sin apenas tiempo de ser digerida por los consumidores, por otra que hay que vender porque así lo establece el mercado”.
Está convencido de que los autores más reconocidos fuera de Canarias son aquellos que han sabido crear para el mundo, pero conservando, eso sí, peculiaridades de isleño reconocibles sin necesidad de caer en localismos. Espera que su trabajo y el de otros escritores canarios influya en las percepciones que en el exterior se tiene alrededor de la cultura en Canarias “buscando ser fieles a uno mismo, sin imitar modelos exteriores, ni inventarse localismos innecesarios. Ambos extremos empobrecen. Se puede hacer, y hace falta hacerlo, hablar de lo que nos rodea, de lo que conocemos, pero sin seguir las modas ni buscar el adulamiento editorial o la complacencia política”, concluye el autor de ‘En la cúpula del aire’.