José Luis Correa bromeaba diciendo en el transcurso de su encuentro con la escritora Nieves Abarca, que “parecía imposible que no fueran finalmente a encontrarse una autora cuyo personaje principal se llama Valentina Negro, con un escritor cuyo personaje central se llama Ricardo Blanco”. 

 

Correa y Abarca antes de iniciarse el encuentro

 

Los dos autores protagonizaron el último encuentro literario desarrollado en la Casa Museo Pérez Galdós, en el marco del ciclo denominado ‘En este inmenso Atlántico que nos une’, impulsado por el área de Cultura, Patrimonio Histórico y Museos del Cabildo de Gran Canaria con financiación del Ministerio de Educación, Cultura y Deporte del Gobierno de España. 

Correa señaló que las novelas de la coruñesa, especialista en la elaboración de perfiles criminales, “son duras y directas, de un realismo de bares y tugurios”, contraídas, igual que las de él, “en un espacio atlántico”, dijo. También el grancanario dijo que los personajes de ambos “tienden a saltarse las normas, a uno le apasiona la ópera y a otro el jazz”.

Abarca se refirió a la gestación de sus novelas realizadas a cuatro manos con Vicente Garrido, también criminólogo y profesor de la Universidad de Valencia. “Somos capaces de imitar nuestras respectivas escrituras. Nuestra última novela desarrolla una trama que tiene lugar en Coruña y otra en Edimburgo. La de Coruña la he afrontado yo y la de Edimburgo, Garrido, aunque cada uno luego reescribe nuevamente cada una de ellas. Nos hemos conseguido amalgamar domando nuestros instintos. Es un don que tenemos los dos”, señala. Curiosamente tanto Correa como Abarca son funcionarios que escriben.

Correa explica que cuando escribe una de sus novelas “se documenta lo mínimo porque lo importante es contar”, mientras que Abarca avanza “que le da envidia los escritores que tienen la novela planeada, porque nosotros no sabemos nunca a dónde iremos a parar”. Abarca dijo de su personaje Valentina Negro “es una heroína, una policía distinta que rompe el molde estereotipado empleado en la novela negra. ¿Es que una mujer guapa no puede ser una policía eficaz y profesional? Ni es madre y está soltera, ni está embarazada. Es un ser humano de verdad”, añadió. “El machismo está muy presente en la novela negra porque la sociedad de la corrupción es muy machista, desde la trata de mujeres a los sórdidos mundos de la prostitución. Es inevitable”.

“La tensión entre el bien y el mal es lo más importante. No siempre la novela negra lleva la estructura de un thriller”, avanza Abarca, que aconseja siempre “no convertir al malo en una parodia, sino dotarlo de un alma y humanidad para que sea creíble”. “En ‘Crímenes exquisitos’ no hay un final feliz. En mis novelas el malo tiene justificación moral, pero no se me ocurre escribir una novela negra a modo de cuento moralizante. Al lector siempre le gusta y te pide que el puzzle se complete. Cada novela tiene un pulso distinto. Unas terminan bien y otras mal. Siempre pretendo que mis personajes posean dilemas morales que vayan más allá de la dicotomía y la simplicidad”, concluyó la escritora.

 

 

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