Nadia Jiménez acaba de publicar su cuarto libro, ‘El poeta que Allendó a Pinochet’ (Mercurio Editorial), una obra de más de 300 páginas en la que narra la experiencia de su padre, el poeta Juan Jiménez, durante el golpe de Estado en Chile, en 1973, y cómo logró sacar con vida, en un vuelo de la compañía Iberia, a dos personas que, de otro modo, hubieran sido víctimas de la dictadura de Augusto Pinochet.
Tras un año de trabajo de investigación, la autora novela aquellos días de terror en forma de crónica poética para asomarse a una de las facetas más desconocidas del destacado poeta, autor de títulos como ‘Itinerario en contra’, ‘Epigramas’ o ‘La canción necesaria con María C’.
Según la escritora, “ni siquiera el círculo más reducido de amigos y de intelectuales de mi padre (sólo unos pocos), conocía su experiencia en el Cono Sur de Latinoamérica. Viajó a Uruguay, Argentina, Chile…, persiguió y participó en el sueño de la vía chilena al Socialismo cuando España sufría el régimen franquista. Me atrevo a decir que Allende y Juan Jiménez encarnan la lucha por la libertad, por la revolución por la vía pacífica y democrática”.
Huir con Iberia
“En mi casa siempre se habló de Chile”, expresa Nadia Jiménez, para quien los violentos episodios de Santiago de Chile, influyeron en la obra de Juan Jiménez. “Y de forma decisiva, como queda demostrado durante el I Congreso de Poesía Canaria de La Laguna, en 1976, con una ponencia sobre la función del creador, del que me hago eco publicando los originales de su intervención en la Universidad de La Laguna. En esa ponencia, mi padre se resiste a ser cortesano de nadie y reclama la propia identidad como ejercicio de libertad del individuo”.
‘El poeta que Allendó a Pinochet’ cuenta, además, cómo Juan Jiménez, empleado de la compañía Iberia, se convirtió en un héroe anónimo cuando tuvo que trazar, de forma improvisada, una estrategia para él mismo salir del país y sacar a dos hermanos (Lucho y Gisela), quienes de lo contrario hubieran desaparecido.
Juan Jiménez permaneció escondido unos días en la casa de la abuela de Lucho y Gisela, hasta que los vuelos a España quedaron restablecidos. El libro aborda también cómo sufría en esa espera, al otro lado del Atlántico, la pintora María Castro, “la María C de sus poemas”, aclara Nadia Jiménez. “Se bebía las lágrimas, sin saber nada durante ese tiempo…, eso sí, jamás perdió la esperanza. En el libro publico un poema inédito sobre los sucesos de Chile, al que mi madre le puso música. Son recuerdos que siguen muy vivos. Narro en dos tiempos qué pasaba allá y acá, en esta orilla; qué canciones se escuchaban acá y allá; qué planeaba mi padre con sus mítines en las minas de Antofagasta o Iquique, y qué le inquietaba a mi madre de ese viaje incierto”.
Respecto al título, Nadia Jiménez explica que se inspiró en un verso de su padre en el que señalaba que la vida había que vivirla ‘cheguevaramente’. “Me dije a mí misma que si Juan Jiménez había hecho del Ché Guevara un adverbio, yo bien podía convertir a Allende en un verbo para narrar lo que mi padre logró frente al golpe de Estado de Pinochet, porque Pinochet resultó Allendado. Porque eso fue lo que hizo mi padre, burlar la férrea seguridad militar en el aeropuerto de Santiago. Y estoy satisfecha del resultado logrado en ‘El Poeta que Allendó a Pinochet”.
“Es un libro sincero en el que revisito mi infancia para rescatar la memoria; y hay también una voz adulta en la que analizo aquel compromiso político de Juan Jiménez con la palabra y la poesía, y aquello que para mí, de niña, era la ausencia de mi padre, ahora queda escrito como una lucha por las libertades. Vivía en un piso pequeño pero interesante, con reuniones de comunistas en tiempos de Franco, de izquierdas…”.
“Por eso reitero que en mi casa siempre se habló de Chile. Fue una experiencia única que cuento ahora, para que permanezca, para que no se pierda. Mi padre fue muy discreto por no arriesgar ni comprometer a las personas que hicieron posible la salida de Lucho y Gisela. Mi padre murió en 2019, y mi madre también falleció el pasado año, coincidiendo con el 50 aniversario del final de Allende tras el golpe de Estado de Pinochet. Es el momento de que se conozca, de que trascienda una historia de amor, de libertades, de sueños, de revolución y de compromiso por la palabra, es el momento de que la verdad impere por encima del olvido, sin riesgos a cambiar el relato de la historia, porque hacemos memoria de lo vivido. Se trata de recordar, para no incurrir en ciertos riesgos como blanquear a los dictadores”, concluye la escritora.