Inmaculada Rodríguez Flores
Las Palmas de Gran Canaria
1967
Hoy no estás
Me viene a la mente tu sexo ardiente en deseo.
Hoy no podré tenerte, pero cuánto lo necesito.
Cuánto añoro sentir cómo tu boca acaricia todo mi cuerpo
mientras la humedad nos ahoga a ambos
en un deseo perenne de fundirnos en uno.
Te busco dentro de mi corazón.
Te busco acariciando mi piel.
Te busco besando mi espalda.
Te busco succionando mis pezones.
¡Cómo me haces desfrutar amor!
Sólo tú has sabido recorrer la geografía de mi cuerpo
con esa delicadeza que te caracteriza.
Sólo contigo he sido capaz de llegar a lo más alto.
Llegar a tocar la luna con las yemas de los dedos…
Subir los dos, tan alto, como Campanilla y Peter Pan.
Llegar los dos al límite del deseo, a la vez, de un solo impulso.
¡Ay amor! quizás tú estás con otra, y yo con otro.
Pero…nuestros corazones siguen juntos, siguen unidos en la pasión.
El “sindeseo” no es fruto de la edad;
el “sindeseo” es el fruto de haberte encontrado.
¡Ay amor! Necesito tu boca, tus dedos, tu piel…
te necesito para volver a vibrar.
Mi cuerpo muere sin ti como una flor sin la llegada de la primavera.
Los días en los que estás ausente son de un perpetuo otoño.
Deseo, con cierta lujuria, ese instante en el que te volveré a ver.
Te sorberé despacio, te besaré por completo, te haré feliz…
¡y volaremos más allá de las nubes, más allá del sol…!
Tan lejos, tan lejos, donde nadie nos pueda encontrar.
¡Ay amor! Sin ti no consigo existir…
Necesito tu aliento para poder respirar.
Necesito tu fuerza para volver a vivir
¡Te necesito…!