A Paul Eldridge podemos definirlo como escritor americano, educador y poeta, pero sobre todo como un apasionado de los viajes. De hecho, Eldridge viajaba intensamente y vivió en numerosos países, por lo que se consideraba a sí mismo un ciudadano del mundo.
Gracias al artículo de González Cruz en las Actas del XVII Coloquio de Historia Canario-Americana, contamos con más datos de la vida de este autor norteamericano. Así, podemos afirmar que Eldridge estudió en varias universidades, que se licenció en la Universidad de Pensilvania, y que obtuvo el grado de doctor en La Sorbona en 1913, donde fue profesor de Literatura norteamericana. Trabajó como profesor de lenguas romances en un instituto de Secundaria de Nueva York desde 1914 hasta 1945, año en el que se jubiló.
Entre sus publicaciones figuran novelas, cuentos, poesía, obras de teatro, ensayos y máximas, la mayoría de ellas fueron muy alabadas por la crítica, por lo que Eldridge consiguió el calificativo de “Rochefoucauld 3 americano”. Sin ningún género de dudas, fue un autor muy prolífico, pues, además de sus famosos Cuentos de las Islas Afortunadas, su producción incluye una relación de más de 45 títulos.
En lo que respecta a la estancia de Eldridge en nuestras islas, podemos afirmar que el escritor viajó por todas las islas y conoció en profundidad al menos cuatro de ellas, en las que ambientó diversos cuentos, como Tenerife (con 15 historias), Gran Canaria (7), La Palma (2) y Lanzarote (1).
Gracias a los datos autobiográficos que Eldridge va intercalando en sus Cuentos de las Islas Afortunadas, deducimos que Tenerife fue la primera isla a la que llegó y en la que, probablemente, centró su estancia, puesto que en el cuento “La estrategia de Cristóbal”, el mismo nos cuenta: “Hice el tour del Archipiélago, las siete islas de las Afortunadas, lo que me llevó más de dos meses. Cuando volví a mi hotel del Puerto de la Cruz me encontré con Cristóbal que me esperaba…”.
En su obra, Eldridge refleja claramente las dramáticas contradicciones de la sociedad y la mentalidad canaria. El autor norteamericano se propone una desmitificación de la imagen tradicional de Canarias como paraíso terrenal, mostrando la pobreza y las presiones a las que se ven sometidos los isleños de la posguerra.
Y, aunque el escritor critica duramente el atraso de las islas, no todo es negativo, pues si se analiza su obra en profundidad, puede apreciarse la simpatía que Eldridge siente por el pueblo canario y sus habitantes, dotados de un peculiar sentido del humor y nobleza de espíritu, a los que define como “sabios e ingenuos, amables y crueles, encantadores e irritantes, divertidos y extravagantes, auténticos hijos e hijas del magnífico hidalgo Don Quijote y su incomparable escudero, Sancho Panza”.
Más información:
ELDRIDGE, P., Cuentos de las Islas Afortunadas, Las Palmas de Gran Canaria, 2004.
GONZÁLEZ CRUZ, Mª I., “La visión de Canarias en Tales of the Fortunate Isles (1959) de Paul Eldridge”, en Actas del XVII Coloquio de Historia Canario- Americana, Las Palmas de Gran Canaria, 2008.