La editora Arianna Squilloni es la propietaria de la editorial radicada en Barcelona, ‘A buen paso’. Junto a la Biblioteca Insular del Cabildo grancanario acaba de poner en circulación la tirada de tres mil ejemplares de este álbum escrito por Javier Sáez e ilustrado por Pablo Auladell, ganador del Concurso Internacional Álbum Ilustrado Biblioteca Insular de Gran Canaria. En esta entrevista habla de la estrategia que mueve a su pequeña empresa y de sus intereses como editora.
¿Cuál fue el motivo que la impulsó a crear la editorial A Buen Paso?
Una idea muy clara: creo que en la vida uno hace todo lo posible para ser feliz de manera compatible con las circunstancias en las que se encuentra, y siempre teniendo en cuenta cierta dosis de responsabilidad personal de cara a la sociedad en la que una vive. Pues bien: a mí hacer libros me hace feliz; es lo que creo que sé hacer, y al mismo tiempo considero que publicar libros para niños responde a mi parte de responsabilidad personal de cara a este mundo.
¿Cómo definiría su oficio?
A buen paso es una editorial diminuta en la que hago de todo: desde preparar cajas, enviarlas, a veces hasta llevarlas al puerto, gestionar la administración y, por supuesto, editar libros, buscar ideas y proyectos. Lo que no hago es el diseño del que se encarga Miquel Puig… no sé qué haría sin él. Entonces mi oficio es un conjunto de un sinfín de actividades que ponen a trabajar músculos de todo tipo, de la cabeza hasta la los pies. Me gusta poder tocar todos estos puntos, porque creo firmemente en la importancia de los procesos, en el conocimiento de todo lo que hace falta para que un libro consiga llegar a una librería. Necesito desesperadamente combinar el trabajo mental e imaginativo, con el manual. Una de mis actividades relajantes favoritas es colocar libros en cajas de cartón.
¿Qué puede decirme del público al que va destinado todo su esfuerzo editorial?
Digo siempre que A buen paso publica libros para caminantes curiosos. Me encantan los caminantes, los que exploran, los que buscan, los que se dejan sorprender. Los curiosos. Los niños son un poco de todo eso y ese rasgo es el que deseo que no pierdan al crecer. Los libros de A buen paso aspirar a poder contribuir a eso. Y apelan a esos niños y adultos que abren el libro y confían en que, si hemos hecho todo el esfuerzo por crear ese libro, es que teníamos algo importante que decirles.
Mirando con perspectiva la historia y la trayectoria de su empresa qué balance o conclusión hace de esta experiencia. ¿Ha merecido y sigue mereciendo la pena?
Yo creo que sí. A veces la cantidad de trabajo a realizar crece de una manera nada proporcional a las ventas y a los ingresos… Uno se cansa, lo que pasa es que no lo haría de otra manera: creo que la edición para niños es una tarea eminentemente moral, por lo tanto no podría trabajar para una estructura de mayor tamaño en la que las elecciones editoriales estuvieran supeditadas al departamento de ventas. Por eso busqué una estructura tan liviana como la de A buen paso. Eso conlleva sus problemas, claro que sí, pero creo que merece la pena.
¿Cuáles y a qué responden los criterios de A Buen Paso a la hora de escoger y decidir los títulos que publica?
El catálogo de A buen paso es bastante coherente y organizado alrededor de tres ejes: las buenas historias, porque me encanta que me cuenten una buena historia; el juego con códigos y formas expresivas y con las palabras; una mirada contemplativa de la naturaleza y de este mundo en el que vivimos, una mirada vehiculada por la poesía o por cuentos que le lleven a uno a hacerse preguntas, a desear moverse un poco más allá. Así que en el fondo en A buen paso tenemos buenas historias a menudo protagonizadas por héroes improbables, pequeños y tozudos, que se mueven en la naturaleza; libros que jueguen libremente con el lenguaje y en este apartado incluiría también los textos poéticos.
¿La concentración de la edición infantil en las grandes empresas y grupos editoriales en España ha perjudicado a este tipo de producto? Parece que ahora asistimos a una mayor atomización de pequeñas editoriales, lo que incide en una mayor variedad y heterogeneidad de la oferta.
El libro álbum estuvo desaparecido durante muchos años. Poco a poco fue surgiendo hacia finales del siglo de la mano de unas pocas editoriales pioneras. No creo que el libro álbum sea el tipo de libro más importante para los grandes grupos editoriales, que editan unos poquitos. Lo que sí daña es la relación que tienen con las escuelas vehiculadas a través de la venta de libro de texto que se transforma en la colocación masiva de libros de lectura según sus planos lectores.
El libro álbum, un libro álbum con personalidad puede ser un punto de partida tremendo para lanzarse a pensar, disfrutar de la belleza, investigar. Porque también abre caminos para buscar lugares, cosas, materiales, tiempos, etc. En general, creo que como pequeños hacemos algunas acciones y todo lo posible, a menudo en compañía de alguna librería especializada, para difundir y dar a conocer estos libros y su potencial en las escuelas a las que llegamos. Ahora bien, hasta hace unos pocos años, en el mundo del libro infantil había más espacio que en el mundo del libro para adultos. Fue allí entonces que era más fácil abrir una editorial, no solo eso, sino que editores especializados en libros para adultos han abierto colecciones infantiles.
En este panorama, curiosamente, no creo que la variedad dela oferta se haya ampliado particularmente, porque lo más difícil es encontrar editoriales con voz propia, con una individualidad específica. Me parece notar una preocupante uniformidad en los estilos de ilustración, la tipología de historias, el humor blando que está tanto de moda, un libro tiene que divertir, pero de manera liviana… Esas son cosas que me aterran.
¿Cómo definiría Dorothy? ¿Cuáles cree que son sus valores?
Abrir el sobre durante el concurso y encontrar esa maqueta fue una bocanada de aire. Dorothy es un libro único. Es un libro en el que uno experimente el más puro y salvaje placer de lectura. Entiendo lectura del texto con un ojo que no puede evitar caer sobre las imágenes. Jonah, Martha y Dorothy no podrían ser distintos de cómo los ha representado Pablo Auladell. Y las palabras de Javier Sáez fluyen con una facilidad casi aterradora y aun tiempo maravillosas. Leer este cuento es un auténtico placer y,a medida que te vas adentrando en él, te das cuenta del humor inteligente y un tanto irónico con el que ha sido escrito y dibujado, encuentras guiños, pero sobre todo emergen resonancias en tu interior. No quiero decir qué representa este cuento para mí, de qué habla. Tengo una idea. Pero, y eso es lo que siempre ha definido la literatura, está contando una historia, cada lector sacará su propia interpretación, a su manera.
Toda literatura habla de valores, desde el principio de los tiempos. Porque la escribe un ser humano y no puede evitar hablar de lo que le importa. Es curioso como ahora en el mundo infantil se buscan libros con valores: los valores siempre han estado allí. El problema es proponerse escribir una historia determinada para un valor específico. Eso no es hacer literatura es disfrazar un discurso, una norma de conducta, ataviarla fingiendo que sea un cuento. Pero no lo es. La belleza de la literatura es la manera en la que resuena en el interior del lector y poco a poco le va dando esas ideas que se presentan como auténticas iluminaciones. En concreto de Dorothy estoy tratando de contar lo menos posible, porque no quiero estropear la experiencia de lectura. Hay que llegar a Dorothy sin saber nada.
¿Cómo definiría el estado de salud de la edición del álbum ilustrado en España con respecto a otros países del entorno europeo?
En España por parte de los creadores visuales hay un gran interés y un afán de formación, de explorar técnicas y habilidades. Creo que sería importante que se centraran también en la lectura y en la busca de una voz propia. En el ámbito de la escritura hay algunos escritores maravillosos, el propio Javier Sáez Castán, por ejemplo, o Iban Barrenetxea o Juan Arjona con quienes trabajo habitualmente. Sin embargo en la mayoría de obras en el mercado, prima una sensación de inmediatez tanto creativa, como de fruición. Eso no es bueno para lo literario y para lo visual, que requieren tiempo. Esa misma inmediatez se traslada a las mesas de novedades de las librerías, donde los libros pasan a toda carrera. Problemas parecidos hay un poco por todas partes, incluso en Francia se está volviendo más complicado vender. Hay artistas increíbles en muchos países, en Italia por ejemplo, de hecho trabajo con escritores e ilustradores italianos muy a menudo. Creo que poseemos imaginarios que se entienden. La edición en España no goza de peor salud que en otros países. Claro que no.
¿Si tuviera que recomendar cinco títulos imprescindibles de su catálogo cuáles serían?
Esta es una pregunta cruel. Amo cada libro que he publicado. ¿Cómo escoger cinco?
Mencionaré mi favorito, un libro de hace ya unos cuantos años, Amiga gallina, de Juan Arjona y Carla Besora. Creo que es una historia perfecta y que constituye la mejor representación del espíritu de A buen paso. El deseo y el miedo de ir a descubrir el mundo.
Seré más breve con los otros cuatro, la verdad es que es una tarea tan difícil… Un jardín de Isidro Ferrer y María José Ferrada, Seres asombrosos de José Ramón Alonso y Riki Blanco, Versos como una casa de Mar Benegas y Francisca Yáñez, La gota moja a la gata maja de Olga Capdevila (libertad total para armar y desarmar palabras, crear sentidos).
Pues, al final, he mencionado casi solo novedades… ¿Puedo añadir un sexto libro? Tengo una debilidad especial por él: En qué piensa una cabeza recién cortada, una novela locamente divertida con un protagonista torpe, que es el escritor de palacio del emperador más sanguinario de la antigua China, una novela hilarante, que sin embargo cada tres páginas hace que tu mirada se detenga porque de repente te das cuenta de que el autor va reflexionando sobre las palabras, la manera en las que las empleamos, las palabras y su relación con el poder, el empleo de las palabras para leer en los entresijos de la realidad. Lo ha escrito Juan Carlos Quezadas e ilustrado Carla Besora. Es otro libro que amo profundamente, es un pilar de la editorial. Porque lo que más importa es que las personas crezcan libres, con una mente capaz de tomar decisiones por su cuenta, sin olvidarse nunca de que por el mero hecho de estar aquí, tenemos cierta responsabilidad hacia el resto de la humanidad que ha llegado aquí de la misma manera inexplicable y casual que nosotros. Y la lectura, la capacidad de expresar un pensamiento a través de las palabras y de comprender lo que nos están diciendo es lo que necesitamos para desarrollarnos como seres humanos completos.
Las nuevas tecnologías inciden cada día más en el ocio y el tiempo libre de los niños y niñas. ¿Cree que suponen hoy por hoy una amenaza para el futuro del sector editorial en general y del libro en particular, así como para el sistema natural cognitivo de las generaciones más jóvenes?
Sí, una amenaza para el sistema natural cognitivo de las generaciones más jóvenes. Creo que sí. La velocidad de lectura, la volatilidad del interés y de la concentración no nos sientan bien; al fin y al cabo por muy rápido que hayamos evolucionado llevamos algunos millones de años. No solo eso: si bien la tecnología es algo con lo que tenemos que contar y que ofrece unas oportunidades increíbles para relacionarse, trabajar, contar, crear, etc., hay que tener la cabeza bien amueblada para no perderse por sus recovecos. Si se junta todo eso (probablemente van de la mano) con el solipsismo egocéntrico que nos caracteriza de estos tiempos, la situación es preocupante.
Podría no serlo, siempre que no se olvide uno de la parte analógica y manual. De la textura, del sabor, del olor de las cosas. De la relación mecánica entre el acto de levantar la esquina de una página y darle la vuelta. Es una reacción mecánica, no es lo mismo lo que pasa en una aplicación: aprietas el botón y… pumba¡¡ … pasa algo. Pues no: no ha sido el hecho de que apretaras el botón lo que ha conseguido el efecto, sino el programa escrito detrás de ese botón. Es distinto. Y es importante mantener abiertos los dos frentes: el de las tecnologías y el de la lectura en papel. Se trata de otra manera de leer y de ver. De otro tiempo, de una creación de otro universo ficcional. Creo que todavía hay un amplio espacio para los libros álbum, los libros de papel.
¿De qué manera cree que contribuyen los Concursos como el que convoca la Biblioteca Insular y A Buen Paso a la difusión del trabajo de los creadores y autores que trabajan la edición ilustrada?
Creo que son importantísimos. El mercado no es tan acogedor ni tan amplio como para que los creadores puedan vivir bien desde un punto de vista material. Un premio como este es una bocanada de aire para ellos, pero sobre todo es una forma para valorizar como se lo merece una obra excepcional. Es una manera de reconocer la importancia de la creación literaria y visual y de recordarlo. Estos premios son una lupa que lleva la creación del libro álbum al primer plano y eso se agradece.