Que lo profundo es el aire, nos lo enseñó el poeta. El aire aquí es de un rigor despojado, extenso, blanco. Para llegar aquí abandonas la voz, sólo un gorjeo de aves acompaña la huella de tus pasos en el descenso interminable. Ahora es como si tus ojos se abriesen por vez primera a la novedad del mundo: plenitud de un espacio inicial, puro comienzo, recién estrenado casi para quien contempla extasiado el silencio alto de los pinos.